Durante 2023 fue uno de los mayores donantes del Banco de Alimentos de la Arquidiócesis de Cartagena. Nació y se crió en Antioquia, pero hace 30 años vive en el ‘Corralito de Piedra’. De su familia recibió buenos valores y el ímpetu a ayudar al más necesitado. Esa voluntad que, desde el BAAC, ayuda a construir una muralla contra el hambre.
La ayuda a quien más lo necesita puede venir de muchas formas y tamaños. En el caso de Luis Albeiro Jiménez, viene en tamaño gigante y tiene forma de cebollas y ajos. Aquellos que, junto a su negocio, comercializa a varios puntos de venta en esta ciudad y otros lugares de la región; y da a quienes más lo necesitan a través del Banco de Alimentos de la Arquidiócesis de Cartagena.
Durante 2023, Luis Albeiro donó treinta y ocho toneladas y media (38.500 kg) de alimentos al BAAC. Cifra que lo puso en el puesto número 5 de donantes entre todas aquellas personas, naturales y jurídicas, que se acercan todos los días a las instalaciones de esta organización, en el barrio Ternera, a aportar su granito de arena.
Solo empresas de gran magnitud en el país como Postobón, Seatech, Compañía de Alimentos Antillana e Industria Nacional de Gaseosas S.A., quedaron por encima de Jiménez. Algo que hace más loable su labor para beneficiar a los más necesitados.
La gratitud como forma de vida y herencia familiar
“Uno tiene que ser agradecido con Dios, con lo que le ha dado a uno”, expresa mientras se encuentra en la oficina de su negocio. “Nunca hemos tenido carencia de un plato de comida, entonces hay que apoyar al que no la tiene”. Puntos que resaltan la solidaridad y la formación que tuvo en el seno de su familia.
Luis Albeiro nació en El Santuario, departamento de Antioquia, hace 49 años. Es campesino hijo de campesinos. Creció en familia católica y llegó a Cartagena hace 30 años. Su primer destino en el Caribe fue la ciudad de Sincelejo, Sucre; sin embargo, un año después llegó a la ciudad capital del departamento de Bolívar.
Una vez en el Distrito de Cartagena, Jiménez tuvo tiendas durante quince años; pasó a la venta de hortalizas en el Mercado de Bazurto; y, posteriormente, consiguió una bodega en el barrio Ceballos. Allí se instaló y tiene la sede central de su negocio: Surtihortalizas La Granja. Del cual se apoya, no solo para sobrevivir, sino también para servir a los demás.
“Como me decía una vez un amigo: la vara a nosotros nos la dejaron muy alta para servir. Porque nosotros no somos nada a lo que eran nuestros padres. Que es gente que se dedicó en la vida también a servir, a ayudar al vecino… Y ellos nos dejaron inculcado algo de eso”
Un servicio de aporte integral
Con sus donaciones, Jiménez también aporta a evitar el desperdicio de comida a nivel local, nacional y mundial.
Según cifras de la Organización de las Naciones Unidas, en 2022, más de mil millones de toneladas de comida se desperdiciaron. Una cifra grave debido a que, aparte de ser el equivalente a más de mil millones de dólares (más de cuatro billones de pesos colombianos), contrasta por completo con la población hambrienta en el mundo durante este mismo período: más de 735 millones de personas.
“Se pierde bastante comida. Ahí hay mucha comida aprovechable. Porque, de pronto lo que hago yo lo podría hacer mucha gente en Bazurto. (…) Falta hacer una labor grande para aprovechar mucha mercancía que se pierde”, expresa Luis Albeiro.
Y es que, si esta estadística se enfoca en la ciudad, hay estimaciones que confirman esta afirmación. Sectores como el Mercado de Bazurto desperdician un estimado de más de 6.500 kilogramos de comida a diario.
Algo a lo que se suma que un 46% de los hogares cartageneros comen menos de tres comidas al día. Por lo que esta problemática está latente en Cartagena y requiere, en la solidaridad de quienes sí tienen acceso, un apoyo constante.
¿Cómo lo hace?
En los tres años que lleva asociado con el Banco de Alimentos de la Arquidiócesis de Cartagena, Luis Albeiro Jiménez ha hecho diversos aportes a la organización en pro de la caridad. Conoció al BAAC a través de la recomendación de una amiga, quien fue el primer empujoncito que tuvo para su gran labor inspirada en el servicio.
“Bueno, yo buscaba algo así para ayudar porque uno a veces pues trata de ayudar y no sabe a dónde va a llegar. Yo dije: es algo serio, es algo que sí va a llegar a la gente necesitada, así que acá es donde puede uno de pronto ayudar algo.”
Es de esta forma como, en conjunción con su negocio, Jiménez empezó a acercarse regularmente a la Bodega 51 del Centro Comercial e Industrial de Ternera Número 1 para entregar sus aportes.
“Cuando la mercancía baja un poquito de calidad visualmente, pero está todavía aprovechable, yo trato de enviársela al Banco de Alimentos. A veces como yo traigo también mercancía desde las plazas donde las cultivan, consigue uno mercancías con muy buen precio. Y aprovecho; las compro; las traigo y se las dono al BAAC.”
Estas mercancías se aprovechan para la alimentación de los beneficiarios asociados al Banco de Alimentos, desde hogares para adultos mayores, pasando por instituciones educativas, ollas comunitarias, centros integrales y fundaciones. Instituciones a las que todas las personas pueden apoyar y, tal como Luis Albeiro, manifestar su ayuda mutua al prójimo.
Poco a poco, este gran campesino y comerciante antioqueño está alcanzando la vara que le dejaron sus familiares en El Santuario para servir a los demás. Un camino que, a través de su negocio y una bodega que cedió en el sector de Bazurto, impulsa a que muchas familias beneficiadas por el Banco de Alimentos de la Arquidiócesis de Cartagena tengan un plato de comida en su mesa.
Junto a Luis Albeiro Jiménez, más de un centenar de donantes se acercaron al BAAC en 2023 a construir una muralla contra el hambre. Objetivo que se cumple paso a paso y que, con el aporte de todos, seguirá haciéndose realidad en 2024
“Gracias al Banco de Alimentos de la Arquidiócesis de Cartagena por la labor que hace. Nosotros somos un eslaboncito de los que están ahí. Por gente como ustedes es que uno puede donar alimentos y saber que pueden llegar a buenas manos”. Finaliza.